Aproximación epistemológica

 Años  40 y 50

¿A que se dedica la ciencia en esa época ?


El régimen franquista, que se presenta a sí mismo como condición necesaria, fruto de la “gran  revolución nacional española” impulsada por el General Francisco Franco (quien, en el momento histórico y en los textos en estudio, es presentado como “Caudillo victorioso de una guerra salvadora de la civilización occidental”) Desde los primeros años buscó en la ciencia los cimientos que sustentaron su obra, apelando a la tradición, en busca de “un cauce hondo de pensamiento, un sistema ideológico de la más pura solera nacional, armonizado con las auras vigorosas de juventud y vital progreso de los tiempos”.


Así, en el relato oficial, la ciencia pasaba a convertirse, metafóricamente, en la falange, ese cuerpo de infantería y principal fuerza de los ejércitos “donde militan los recios e íntegros veteranos del saber y de la cultura, que acuden presurosos a vuestro clarín para acometer la conquista de una ciencia española”; una ciencia que había que conquistar, empleando ese lenguaje bélico tan propio de la época que supondría la culminación de la revolución espiritual que consideraban imprescindible para inaugurar esa nueva era científica.


Para ello contarán con el Consejo Superior de Investigaciones Científicas que, en la década de 1940, era una institución joven; fundado por el régimen franquista sobre las instituciones de la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (JAE).

Una institución, la JAE, heredera de los principios de la Institución Libre de Enseñanza, que representó para la ciencia española todo un avance y su posterior disolución en 1939, cuando todos sus centros quedaron ligados al CSIC. Hasta finales de los cincuenta, cuando aparezca entonces la Comisión Asesora de Investigación Científica y Técnica (1958), la primera de una serie de iniciativas estatales para dotar a España de una política científica coherente. 


Uno de los objetivos del CSIC será hacer olvidar el legado de la JAE y de sus investigadores, entendidos ahora como recuerdos de un pasado que el régimen buscará erradicar mediante la violencia y la represión propias del sistema de orden público y seguridad nacional del llamado “Nuevo Estado”. “Ciencia unitaria” en respuesta a una ciencia que se percibe como perturbadora del orden moral.


 Por otro lado, el reformismo ilustrado iniciaba su andadura a través de expediciones e instituciones científicas que junto con los foros de debate como las Sociedades Económicas de Amigos del País (donde continuaba la tradición de asimilación de la ciencia moderna por grupos de novatores, en tertulias y salones fuera del ámbito de la universidad) comenzaban a abrir caminos de contacto con la Europa nacida de la Revolución Científica. Una influencia europea que continuaría en el XIX con la penetración del krausismo en España y la posterior recepción de corrientes de pensamiento como el positivismo, el darwinismo o el naturalismo 


Ibáñez Martín- se defiende una ciencia netamente nacional, pretendidamente unitaria y armoniosa, una ciencia de raigambre católica.Una ciencia unitaria, que aúne lo físico, lo biológico y lo espiritual, la materia, la vida y el espíritu; una ciencia regida por la verdad (a la que estaría orientada naturalmente la razón humana) y guiada por la supervisión del pensamiento teológico.


Una ciencia por la gracia de Dios (a quien se señala, contradictoriamente, como soberano de una ciencia independiente) con la que se pretende dotar de raíces epistémicas y de legitimidad moral a la obra del Consejo y a la nueva concepción científica instaurada en España bajo el franquismo; una concepto de ciencia con el que se pretende “asegurar, junto al desarrollo de las ciencias del espíritu, un concurrente y armónico florecimiento de las ciencias de la materia”.